La composición de La acróbata de la bola, que estudió en variosdibujospreparatorios, revela un cuidado equilibrio entre la ligereza de la acróbata y el peso del atleta. La esfera y el cubo en los que, respectivamente, se apoyan, realzan aquellas cualidades y el consiguiente contraste entre ambas figuras. Por otra parte, son sólidos geométricos asociados desde antiguo, en la tradición platónica, a las características de perfección y estabilidad.
Además, la muchacha aparece pintada casi en dos dimensiones, lo que resalta su ingravidez frente al volumen, modelado por las gradaciones de luz y sombra, del hombre. El color, con calidades depinturamural en una gama restringida de rosas y ocres, y el depurado paisaje del fondo, que se ha relacionado con los de lainfanciamalagueña del artista, contribuyen de modo decisivo a la esencialidad de la obra.
Vea vídeo sobre la obra de Picasso con comentarios de Javier Barón, Jefe del Departamento de Pintura del XIX del Museo Nacional del Prado
La obra, adquirida por la norteamericana Gertrude Stein, pasó luego a la Galería de Kahnweiler, que la vendió en 1913 al coleccionista ruso I. A. Morosov. Tras la Revolución, pasó a formar parte de las colecciones estatales, y sólo en contadas ocasiones ha sido prestada por el Museo Pushkin de Moscú, en el que se conserva.
Podrás conocer “La acróbata de la bola” hasta el día 18 diciembre de 2011, en el Museo del Prado, Calle Ruiz de Alarcón, 23 – Madrid.